Gabriela Mistral, pasión por la lectura
07 marzo 2024 11:25 amPor Pablo Espinosa
Chungungo y Fundación La Fuente presentan Colección creadoras de la literatura infantil chilena. Cuatro autoras que podrás conocer a través de cuentos, poesía, talleres y canciones. En el siguiente artículo, te contamos más sobre la poeta Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945.
La poeta y educadora chilena Gabriela Mistral (1889-1957) fue constante en su preocupación por la infancia. Y aunque no escribió extensamente para niñas y niños, sí consideraba la literatura fundamental en la educación y dejó valiosas reflexiones para fomentar la lectura. A comienzos del siglo XX la literatura infantil como hoy la conocemos estaba todavía dando sus primeros pasos y Mistral —quien en 1910 obtuvo el título de maestra primaria— fue pionera en dignificarla. “No se trata de un género menor”*, afirmó, buscando romper un prejuicio, lamentablemente todavía muy extendido sobre la literatura infantil. Al referirse a obras para la infancia, se declaró particularmente admiradora del folclor regional, ya que en esas historias los niños podrían sentirse identificados. Fue este interés el que la llevó a reescribir cuentos de hadas europeos, como La caperucita roja, La cenicienta, La bella durmiente y Blanca nieve, escritos por ella en la década de 1920 y recuperados por la editorial chilena Amanuta en años recientes.
Aunque Mistral estaba al tanto de la necesidad de obras apropiadas para niñas y niños, no es abundante su producción infantil y consiste principalmente en rondas, incluidas en el poemario Ternura, de 1924. Vale la pena detenerse en este libro porque tuvo una curiosa trayectoria, que nos dice cómo Mistral ha sido leída y sobre todo reducida.
Ternura fue publicado inicialmente en España por la editorial Saturnino Calleja, especializada en libros para la infancia, con grabados en madera y el subtítulo “Canciones de niños”. Salvo por las rondas ya mencionadas, no consistía propiamente en una obra para el público infantil. Es por esto que en 1945, en una nueva edición de Ternura, Mistral eliminó el subtítulo e incluyó el texto “Colofón con cara de excusa”, en el que, a pedido de su editor, presentó sus ideas sobre el poemario. Respecto a las canciones de cuna incluidas, explicó que se trata de un género de poesía que representa “un coloquio diurno y nocturno de la madre con su alma, con su hijo y con la Gea” . Son poemas para las madres, por lo tanto, antes que para niñas y niños.
Como invitada a México para colaborar en el proceso de la reforma educacional, en 1922 la poeta publicó el libro Lecturas para mujeres. Se trata de una publicación dirigida particularmente a la escuela mexicana que ella dirigía y que llevaba su nombre, en la que estudiaban mujeres entre quince y treinta años, que es elocuente en el prólogo sobre el pensamiento de Mistral acerca de la lectura en el contexto educacional. El libro, organizado temáticamente, reúne textos escritos por ella misma y por autores de distintos lugares del mundo, como los mexicanos Alfonso Reyes y María Enriqueta, el uruguayo José Enrique Rodó, el peruano José Santos Chocano, el cubano José Martí y el hindú Rabindranath Tagore. Sus criterios de selección: “Tres cualidades he buscado en los trozos elegidos: primero, intención moral y a veces social; segundo, belleza; tercero, amenidad”.
La mención a la belleza y amenidad se repetirá en varios de los textos de Mistral, al referirse a obras apropiadas para estudiantes. En el texto “Palabras a los maestros”, Mistral aconseja: “Léele uno de tantos cuentos insulsos de la pedagogía ordinaria que corren por ahí y léele después el Cuento a Margarita, de Rubén Darío. Cabe el arte dentro de tu escuela”.
Es necesario mencionar también que Mistral relevó y defendió la importancia de la ilustración en los libros infantiles. “Pretendo que el dibujo, y la pintura con mayor razón, son elementos mucho más preciosos que la literatura en lo que toca a los niños. Retengo hasta hoy todos los grabados de mis libros escolares y, por contraste, he olvidado la mayor parte de los textos”, señala en el manuscrito El libro de oro de los niños.
Todo lo dicho, respecto a los textos y las ilustraciones, tiene finalmente un objetivo: el gozo, que para Mistral era fundamental al buscar cultivar el hábito de la lectura. En las ya mencionadas Palabras a los maestros, Mistral aconseja paciencia. No imponer libros, sino que buscar el adecuado para cada edad y para cada niña y niño. Atender sus gustos y no leerles textos que produzcan bostezos. Solo así cultivará su gusto literario y accederá, lentamente, a textos cada vez más complejos y a las obras que ella llama “mayores”. En el artículo Pasión de leer, finalmente, Mistral escribió: “Hacer leer como se come todos los días, hasta que la lectura sea como el mirar un ejercicio natural, pero gozoso siempre. El hábito no se adquiere si él no promete y cumple placer”.
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