Las distintas Alicias
29 mayo 2023 3:10 pmPor Biblioteca Viva
Plataforma de contenidos digitales de Fundación La Fuente.
Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas es de esos relatos icónicos que muchos conocen aun sin haberlo leído. De algún modo, Alicia es más que un personaje de un relato que -pensamos- se lee en la infancia, sino que es la protagonista en un mundo que parece no tener sentido, un mundo que cambia, que la agrede y la malinterpreta todo el tiempo; donde ella va cambiando constantemente, preguntado y preguntándose quién es y qué hace allí. / Por: Astrid Donoso H
La Alicia de esta narración de Lewis Carroll no es solo una ni menos estática. Es alguien que es lanzada a la aventura y al nonsense de la existencia. Porque el país de las maravillas es un mundo de incertezas, un espacio donde lo que se ve no siempre es lo que es y donde ella es continuamente desafiada a adaptarse a nuevas situaciones. Con su humor irreverente, parodias y juegos de palabras es un relato que sigue vigente justamente por eso, y por apelar a la naturaleza infantil, potenciando lo lúdico, la curiosidad y la sorpresa de la niñez.
El libro data por publicación de 1865, pero la historia tiene su génesis unos años antes, como parte de un pasatiempo durante una de visitas que Lewis Carroll hacía a las hijas del capellán Liddell, de la Christ Church de Oxford, donde el autor era diácono. Es en una de esas excursiones donde conoce a la pequeña Alice, quien parte siendo la inspiración para este relato que crece en la improvisación que ella misma pedía.
Alicia va cambiando a lo largo del relato, adaptándose a situaciones insólitas en las cuales es confundida con una flor, una criada, un monstruo, y sufre transformaciones que la convierten en un gigante y otras ocasiones en una miniatura que es capaz de ahogarse en el mar de sus propias lágrimas. Hay una continua sorpresa e incluso a veces esta sensación de desconocer quién se es en ese preciso instante porque ha sido adecuándose a los cambios impuestos por esta aventura tan extraña y tan ajena a su vida de niña victoriana. Basta recordar el diálogo con la oruga fumadora y la respuesta de Alicia ante la pregunta inquisidora de quién eres: “Sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.” Y así como van ocurriendo estas transformaciones, existen diversas lecturas de este clásico.
Muchas de esas lecturas no solo han dado pie a diversas interpretaciones sino también a distintas representaciones de Alicia, algo que sin duda contribuye a reobservarla, reimaginarla. John Tenniel, el ilustrador original de Alicia, fue además un humorista gráfico y político, un importante creador de la segunda mitad del siglo XIX lo que le valió el título de Sir. Su mayor legado debió haber sido por su trabajo como el principal caricaturista político en la famosa revista Punch por cincuenta años, pero a ojos de los lectores, su gran aporte está en la representación de Alicia tanto en el País de las Maravillas como en Alicia tras el espejo.
Las ilustraciones que creó Tenniel siguen siendo las primeras en las cuales pensamos cuando hablamos de Alicia, a no ser que hablemos de las películas que ha inspirado, animadas o no. Él volverá a ilustrar una nueva Alicia más tarde pero en otro contexto, en el relato satírico del escritor inglés Saki: Alicia en Westminster, una mirada a la política y los políticos de la época donde Alicia es quien observa la situación de desaguisados con su humor característico, pero que no deja de estar muy vinculado a la Alicia de Carroll con su nonsense y el juego de palabras.
Existen muchas versiones de Alicia disponibles, y aplaudimos a aquellas que rescatan el trabajo original de Tenniel donde escenas emblemáticas se han convertido en parte de la cultura popular, pero también queremos relevar otras versiones, que como ya dijimos, son nuevas lecturas y puntos de vista de las aventuras a las que se ve sometida Alice en este mundo absurdo.
Un ilustrador, una nueva Alicia
Genio del surrealismo, creador de paisajes donde los relojes se derriten, donde el sueño cruza la frontera de lo posible, Salvador Dalí fue uno de los artistas que ilustró una versión de Alicia. Un heliograbado por capítulo, todo encomendado por un editor sagaz, que en 1969, lo invitó a crear una edición limitada del clásico. De esta versión solo se hicieron 2.700 copias impresas, pero hace unos años la editorial de la Universidad de Princeton realizó una versión más accesible que sigue estando disponible. Una joya donde es posible ver una confluencia entre dos artistas: la imaginación de Carroll y la de Dalí, ambas desbordantes y llena de significados que no solo nos hablan del viaje de Alicia, sino del viaje de la protagonista en un mundo absurdo donde la obra del catalán es reconocible y la vemos allí, en el mismo escenario. Es interesante cómo una misma obra logra ese nivel de profundidad y de posibles lecturas en el trabajo de un nuevo ilustrador, más aun sumando otra arista clave en Alicia y en la obra de Carroll que viene al incorporar los ensayos del un matemático y del presidente de la Lewis Carroll Society of North America.
En 1959, se le encargó a la autora finlandesa Tove Jansson una nueva versión ilustrada de Alicia. La creadora, que es mundialmente conocida por los Moomin ya se había embarcado en abordar a Lewis Carroll con una anterior ilustración de La caza del snark. El libro sería publicado en 1966 y es una delicada Alicia nórdica, que para fanáticos de Jansson y Carroll tiene la gracia de ver a la protagonista recorriendo el valles de los Moomin. Es curioso si percatarse cómo dos autores tan disímiles pueden funcionar como una mirada a un relato. Carroll, un diácono matemático, maniático de la pulcritud siempre algo esquivo y aislado, versus el contrapunto opuesto con una artista de estilo bohemia, con ansias de libertad y aventura. El punto en común quizás es el amor por los paseos en la naturaleza, pero bien sabemos que un paseo al estilo victoriano en Oxford no tiene mucha relación con uno en la Finlandia de la mitad del siglo XX. Pero donde sí concuerdan es en la imaginación, en pensar en sus obras como cuentos de hadas y en una mirada distinta, peculiar. Hoy este libro es una rareza y que hasta hace algún tiempo era posible de encontrar en una edición en inglés por la Tate Publishing.
El ilustrador británico Ralph Stedman, más conocido por su trabajo con el escritor Hunter S. Thompson, creador de Miedo y Asco en Las Vegas, hizo su propia versión de Alicia en 1973, siempre con su estilo irreverente, donde las situaciones que ya de por sí son delirantes, alcanzan nuevos grados de alteración con sus alucinadas ilustraciones. Acá ya no vemos el escenario verde que tiene, por ejemplo, Jansson, sino que volvemos a las líneas de Tenniel, pero líneas más agudas, más veloces, dando esa sensación de movimiento de Alicia corriendo tras el conejo blanco, con todas las connotaciones e interpretaciones que sea han hecho a lo largo de la historia sobre el relato, y esa constante sensación de pesadilla al estar transformándose según suceden los extraños acontecimientos.
En 1998 el famoso ilustrador y autor infantil inglés Anthony Browne hizo su propia versión de Alicia, buscando cómo representar su propia protagonista y tratando de evitar la enorme influencia de John Tenniel en su trabajo. Conocido por sus entrañables gorilas, su humor y guiños intertextuales, su versión es fiel a su espíritu donde volvemos a encontrarnos con elementos clásicos de su trabajo. Hay personajes que parecen haber “actuado” en otros de sus libros, hay pasillos que parecen sacados de la escena de una película, un papel tapiz cuya inspiración parece haber sido William Morris y cierto escenario inglés muy reconocible.
Mientras Browne hacía su Alicia en Inglaterra, en Francia Rébecca Dautremer preparaba su propia interpretación de la protagonista de Carroll. De melena corta y oscura, esta Alice recorre el país de las maravillas dando cuenta con mayor expresión en su rostro del asombro ante lo que está viendo o viviendo, efecto quizás porque parece más pequeña en escenarios que se ven mucho más vastos y complejos que en otras ilustraciones. Dautremer es una detallista y en esta versión no solo vemos la escena principal sino que atisbamos todo el paisaje, uno húmedo y algo oscuro, de nuevo muy distinto al soleado creado por Jansson o Browne. Existen dos versiones de este libro, uno pequeño y otro en gran formato, que es sin duda el más recomendado para poder apreciar la perfección del trazo característico de la autora.
El 2012 aparecen dos nuevas Alicias completamente distintas y que vienen a refrescar el imaginario de ese país de las maravillas con nuevas técnicas para contar e ilustrador una historia. Por una parte la artista visual japonesa Yayoi Kusama nos entrega un colorido libro, uno que evoca el asombro de descubrir el mundo infantil donde todo parece nuevo y luminoso. Lo interesante de esta versión es que termina por ser la más distinta de todas las otras Alicia. Ya no vemos a la creada por Tenniel, ni la versión de Disney, ni menos a las de los autores antes mencionados. Todo es muy distinto acá y ciertos elementos de la historia son evocados pero no completamente presentados. Los característicos puntos de color de la creadora contemporánea invitan a dejar de pensar en un modo clásico de representación y pervierten esa tradición, para renovarla con otros puntos de vistas.
La ilustradora y diseñadora neoyorkina Andrea D’Aquino tiene una de las versiones más interesantes porque de nuevo, le da un giro a la forma de ilustrar la historia . Esta vez las acuarelas se combinan con collages, en coloridas composiciones que reimaginan las aventuras de Alicia. Editado en español por Tres Hermanas (2015), el trabajo de D’Aquino es una delicada mirada donde se rescata el amor al juego y a las palabras que Lewis Carroll y la visión alucinada de los paisajes que recorren el libro.
Muchas de esas lecturas no solo han dado pie a diversas interpretaciones sino también a distintas representaciones de Alicia, algo que sin duda contribuye a reobservarla, reimaginarla.