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Pablo Espinosa Pablo Espinosa

Por Pablo Espinosa

Licenciado en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado, Magíster en Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es uno de los fundadores del proyecto Ojo en Tinta: podcast, revista digital y programa de televisión. En la actualidad, trabaja como investigador en la Biblioteca Nacional de Chile.

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Marcela Paz, la rebelde

07 marzo 2024 3:22 pm

Por Pablo Espinosa

Licenciado en Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado, Magíster en Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es uno de los fundadores del proyecto Ojo en Tinta: podcast, revista digital y programa de televisión. En la actualidad, trabaja como investigador en la Biblioteca Nacional de Chile.

Chungungo y Fundación La Fuente presentan Colección creadoras de la literatura infantil chilena. Cuatro autoras que podrás conocer a través de cuentos, poesía, talleres y canciones. En el siguiente artículo, te contamos más sobre Marcela Paz, creadora de Papelucho, el personaje más célebre de la literatura infantil chilena, publicado por primera vez en 1947.

El nombre real de Marcela Paz (1902-1985), la autora de Papelucho, era Esther Huneeus y empezó a escribir el diario de Papelucho en 1935, cuando ella tenía poco más de 30 años en una agenda que le regaló su esposo José Luis Claro, al que llamaban Pepe Lucho. El relato saltó a la fama en 1947, a través de un concurso de la editorial Rapa Nui —la primera dedicada exclusivamente a obras infantiles en Chile—, en el que la autora participó usando el seudónimo Marcela Paz (Marcelle Auclair era una de sus autoras favoritas). Huneeus ganó un lugar honorífico en el concurso —el primer lugar fue para Cocorí, de Joaquín Gutiérrez—,  pero de todas formas el libro se publicó ese mismo año por la editorial. Tan exitoso llegó a ser,  que Paz completó una serie de 12 aventuras del personaje hasta 1974.

La particularidad de Papelucho —ilustrado en su primera edición por la hermana de Esther Huneeus, Yolanda— es que no es un niño ejemplar. Es divertido y creativo, pero también travieso. Fácilmente los niños lo sienten como uno de ellos. Papelucho además habla en un lenguaje coloquial, un idioma que les es cercano a niñas y niños de Chile. Marcela Paz estaba muy consciente de la importancia del lenguaje: “Cuando empecé a leer a los clásicos españoles para adquirir mayor riqueza de lenguaje, le puse después puro lenguaje (a Papelucho) y perdió la cosa espontánea, la vena humorística y mi propio lenguaje se fue a la pailas; así que preferí seguir escribiendo como me nacía”, dijo la escritora en una entrevista.

Papelucho tiene mucho humor, pero es también un personaje complejo. No vive una infancia idílica; algo que fue intencionalmente planeado por Paz, quien hasta su vejez fue diariamente a misa. “¡Parece que a nadie le importa lo que sienten los niños cuando los matrimonios se desarman! Yo inventé a Papelucho con el fin  de remecer la conciencia de todos estos señores que querían aprobar la Ley de Divorcio”, señaló en una entrevista la autora. Para no meterse en problemas con la censura, las familias ni con la Iglesia Católica, sin embargo, Paz finalmente suprime a los padres divorciados que había escrito inicialmente, pero mantiene la idea de unos padres distantes.  Papelucho es solitario y le obsesionan temas como la muerte y la enfermedad, y no hay figuras paternas que le den consuelo. Por eso escribe en su diario.

Pero no es posible juzgar a Papelucho por las intenciones conservadoras de la autora, porque la saga, más bien, describe a un joven rebelde. “Papelucho es una de las voces narrativas nacionales más punzantes, agudas, perfectas en su tono, desafiante en su ira, incondicional con sus ideales y afilada a la hora de cortar con una inocencia casi aterradora la gruesa capa de desdén y la mediocridad de nuestra burguesía poco ilustrada”, ha dicho sobre Papelucho el escritor Alberto Fuguet, un lector atento de la saga de Marcela Paz. Un fragmento de Papelucho a modo de ejemplo: “Me voy de la casa, me voy para correr por el mundo y para huir de las injusticias de la vida. Me voy a la montaña, donde nadie me insulte y me desentienda. Mi padre es cruel y me aborrece.  Todo porque le di uno de sus trajes al pobre Buzeta, que tiene ocho hijos (…) Los ricos no saben lo que es la pobreza. Yo sé”.

Fotografía de Marcela Paz durante su juventud, c. 1930. Créditos: Wikipedia
Papelucho ilustrado por Marta Carrasco. Créditos: papelucho.net
“Papelucho y mi hermana Ji”. 3era ed. Pomaire, 1962. Créditos: chileparaninos.gob.cl

Es injusto, sin embargo, limitar Marcela Paz a Papelucho. Antes de su primera publicación, en 1947, de hecho, la escritora ya tenía cierto reconocimiento literario. En 1927 fue galardonada por Pancho en la luna (Premio Sanidad) y en 1934 por un conjunto de cuentos titulado Ensayos para un concurso (Premio Club Hípico). También fue elogiado por la crítica su primer libro de cuentos, Tiempo, papel y lápiz, de 1933. Más adelante, en 1954, Paz publicó un libro de poesía, Caramelos de luz.

La explicación al poco reconocimiento del resto de la obra Marcela Paz, lo da la académica Isabel Ibaceta en un artículo del año 2016 titulado Más allá de Papelucho: Marcela Paz, una propuesta literaria desconocida: “Marcela Paz no ha sido reconocida en toda su dimensión sino solo como la autora de las novelas sobre Papelucho (…) El hecho de que Paz fuera mujer, de que se hiciera conocida por su serie de novelas para niños y niñas, y de que tuviese una posición crítica con respecto a temas de sexo-género y clase, entre otros, probablemente ha contribuido a que sus textos hayan recibido poca atención”. Hay todavía una gran parte de Marcela Paz por descubrir.

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