«Antichrista», de Amélie Nothomb

«Antichrista», de la escritora belga Amélie Nothomb, es un libro que describe una amistad soñada entre dos adolescentes que pronto se revela como lo que es: una relación tóxica.

Amelie Nothomb es una escritora belga que vivió su infancia en China, Japón, Estados Unidos, Laos, Birmania y Bangladesh, debido al trabajo de su padre diplomático (sobre quien escribe en su libro: Primera sangre, acerca de una peligrosa situación con rehenes en el Congo y que su padre logró sortear con éxito).

Sus numerosos libros —escribe un libro por año desde 1992— comparten varias particularidades: casi siempre no sobrepasan las 100 páginas, tienen pocos personajes, los protagonistas tienen nombres poco comunes y casi siempre religiosos que dan una pista sobre su rol en la historia — como Plectrude, Christa, Saturnine, Prétextat, Epiphane—, están salpicados de frases ingeniosas y pueden clasificarse en autobiográficos, reinterpretaciones de cuentos de hadas y duelos verbales o enfrentamientos absurdos.

En esta última clasificación, aunque con un dejo autobiográfico tenemos Antichrista (Anagrama, 2005), un libro que describe una relación destructiva entre dos amigas adolescentes: Blanche, tímida, seria y religiosa versus Christa (o Antichrista como la termina llamando Blanche), extrovertida y un foco de problemas que comienza a provocar un verdadero apocalipsis en la vida de Blanche, ya que la relación de amistad soñada pronto se revela como lo que es: maltrato sicológico.

La particularidad del libro es que se desarrolla en un formato diario de vida, donde Blanche comienza a hablar de la relación con su nueva amiga día a día. Primero llena de entusiasmo al sentirse apreciada por la joven más popular de la clase y luego va espaciando las entradas a medida que la relación se vuelve más intensa y complicada, antes de su cumpleaños número 17. Vemos que Blanche al comienzo es casi un reflejo deslavado de Christa, se siente un fracaso en la universidad, al igual que en sus relaciones sociales y con su familia. Christa, en cambio, parece no tenerle miedo a nada ni nadie; se ríe fuerte de todo y todos y arrastra a Blanche a un torbellino de confusión que la atormenta, pero que no quiere dejar porque se sentiría aún más sola, sobre todo cuando parece que Christa se ha quedado con todos sus amigos y con el cariño de sus padres.

La relación entre ambas es una relación tóxica de manual y la habilidad de Nothomb es presentarla de manera tal que podamos empatizar con ambas y recordar, al mismo tiempo, la compleja época de la adolescencia. Resulta imposible no reconocer en las estrategias que emplea Christa para congraciarse con los padres de Blanche, quien tiene una necesidad enorme de atención y ser querida. Mientras, Blanche no tiene en principio la capacidad para poder oponerse, transformándose en la víctima perfecta, el tipo de persona que escogen los matones para atormentar sin descanso. Pero toda esa narrativa puede cambiar cuando Blanche decide terminar con esa relación ambivalente, de amor-odio que lleva con Christa y silenciarla de una vez por todas.