«Chilco», de Daniela Catrileo
09 febrero 2024 11:56 amPor Joaquín Saavedra
Licenciado en Literatura y en Estética. Ha escrito reseñas y criticas literarias en medios digitales y es parte de Editorial Cuneta, colabora con el Cine Arte Alameda y participa de la banda musical Paracaidistas.
A pocos años del estallido social y de la pandemia ―dos hechos significativos que llevaron al país a su mayor crisis en términos políticos, económicos y sanitarios―, podemos ver que la literatura empieza a proyectar un imaginario reflexivo de este periodo. [Imagen de portada: Mario Téllez - La Tercera]
Chilco (Seix Barral, 2023), la más reciente novela de la escritora Daniela Catrileo, es un ícono de esta nueva siembra; un relato en forma alegoría oscura que muestra los hechos ocurridos en estos años a través de una pareja de jóvenes que intenta sostener sus vidas ante esta irremediable fuerza que las empuja al precipicio. La autora, que ha destacado anteriormente con títulos como Río herido (Edicola, 2016) y Piñen (Libros del Pez Espiral, 2019), vuelve a recurrir a temáticas tales como la migración y el indigenismo para hacer notar las tensiones que estas tienen con el capitalismo que se vive en nuestro territorio.
La historia es narrada en primera persona por Marina Quispe, una joven de ascendencia aymara que convive con su pareja Pascale, una joven mapuche proveniente de Chilco, con la que comparte el sentimiento de sentirse forastera en el lugar en que transita, ciudad Capital. Desde un comienzo el texto contrapone estos dos espacios, alzando la idea de que el capitalismo nos fuerza a mirar con buenos ojos uno de estos, cuando no debería necesariamente ser así:
“Una isla pequeña de clima subtropical ubicada a 186 kilómetros al oeste del continente, a la altura de la ciudad Capital. Su población es de aproximadamente 1300 habitantes, según los datos de uno de los últimos censos (…) Debido a los alzamientos y sublevaciones de la población originaria, la isla no formó parte de la Corona española, transformándose en uno de los territorios insulares con mayor resistencia indígena. Durante los siglos de invasión colonial fue capaz de sostener su autonomía social, cultural y política. Chilco fue colonizada tardíamente al instaurarse la República”.
La isla se conforma simbólicamente como un espacio cargado de una historia política de resistencia que, a lo largo del tiempo, ha sabido mantener parte de su cultura autóctona. Aunque en ciertos momentos muestra fisuras e influencia desde el continente, en general, es una forma distinta al occidente en que nos encontramos.
Por otro lado, nos encontramos con ciudad Capital que representaría al capitalismo y neoliberalismo instalado en nuestro país. En este territorio es donde viven las dos muchachas y donde se genera un estallido social frente a las paupérrimas condiciones que ofrece este lugar. A través de este alzamiento popular, se nos sumerge en el problema de las inmobiliarias y sus débiles construcciones que, a modo de estafa, fueron construidas con materiales de poca calidad para optimizar recursos. En medio del caos ―y cuando nada puede ser peor―, comienza un desastre mayor: la apertura de fisuras en la tierra que devastan el suelo y las construcciones. Ante esta catástrofe natural, la población comienza con la paranoia y el delirio religioso, mientras la burguesía lleva sus hogares a otra parte de la ciudad. Y así continúa la historia cíclica de la humanidad, el sufrimiento de los perdedores y la imposibilidad de revertir aquello.
A fin de cuentas, el libro logra mostrarnos los roces persistentes e históricos que las clases bajas y pueblos despojados de territorio han tenido con el capitalismo salvaje al que estamos domesticados. Mari, protagonista de esta historia, reconoce nunca sentirse en su lugar ya que su árbol genealógico se separó de su tierra hace muchos años. Una metáfora de cómo el suceso de la conquista nos despojó a todos de nuestro origen para siempre. Aunque Chilco tenga un significado apartado de la palabra Chile, me es imposible no mirar a este país ficticio como un país primogénito del territorio en que vivimos y que tanto españoles como norteamericanos han devastado. Como habíamos visto en sus libros anteriores, el desgarro y la herida política se ven a través de la intimidad y las reflexiones de los protagonistas; jóvenes en un proceso de maduración que no se ajustan a los parámetros ideológicos y estéticos de la sociedad.
La autora (...) vuelve a recurrir a temáticas tales como la migración y el indigenismo para hacer notar las tensiones que estas tienen con el capitalismo que se vive en nuestro territorio.