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Joaquín Saavedra Joaquín Saavedra

Por Joaquín Saavedra

Licenciado en Literatura y en Estética. Ha escrito reseñas y criticas literarias en medios digitales y es parte de Editorial Cuneta, colabora con el Cine Arte Alameda y participa de la banda musical Paracaidistas.

Reseñas

El vértigo en «Limpia», de Alia Trabucco Zerán

30 mayo 2023 5:44 pm

Por Joaquín Saavedra

Licenciado en Literatura y en Estética. Ha escrito reseñas y criticas literarias en medios digitales y es parte de Editorial Cuneta, colabora con el Cine Arte Alameda y participa de la banda musical Paracaidistas.

La más reciente novela de Alia Trabucco explora las tensiones de clase y género a través de la historia de Estela, una empleada doméstica en una familia adinerada. Una obra que también aborda los límites de la literatura y el poder de los personajes dentro de los márgenes de la ficción.

Estela es una mujer del sur en búsqueda de un futuro próspero en la gran capital, bajo esta idea el personaje llega a trabajar como empleada doméstica en la casa de una pareja acomodada del barrio alto que pronto tendrá a su primera hija. En un principio, la labor parece no ser un mayor desafío, sin embargo, poco se nos muestran todas las gravitantes que terminan por conformar una especie de esclavitud camuflada. Con un final anticipado que asegura la tragedia de la muerte de la niña que Estela tiene que cuidar, la obra nos muestra minuciosamente las tensiones de clase y género en la convivencia de la protagonista con la familia burguesa a la que decide integrarse. Además de esta premisa, el libro presenta una segunda capa de análisis que tiene que ver con los posibles límites que la literatura y lo que los personajes pueden lograr dentro de los márgenes de la ficción.

Estela nos narra su trágica historia en esta casa de clase alta, el paso de cómo su vida se transforma en un elemento de utilidad para la pareja que la contrata, dejando sus propios deseos de lado y su tiempo en completa disposición. Debido a que su hogar es su lugar de trabajo, la protagonista vive en absoluta dependencia, teniendo poco y nada como pertenencia. Las diferencias entre ella y la familia se van acrecentando a medida que cada pedido hace más notorias las jerarquías que cada lado compone. La niña, que con inocencia adopta las enseñanzas de sus padres de una manera retorcida, termina en momentos por no tener ningún respeto por Estela, a la cual mira como un ser humano de segunda categoría y que en una ocasión le tira tierra en la boca. Julia, niña extrovertida que no quiere ir al colegio y tiene problemas de violencia con sus compañeras, representa la sobrecarga del exitismo que sus padres plantean, el sueño capitalista de conformar una familia perfecta con una hija que cumpla con los estándares de inteligencia y educación burguesa con el propósito de tener las mejores opciones laborales y preservar el bienestar familiar para el futuro.

Bajo este escenario, comienzan a suceder numerosos actos de violencia implícita sumado a agentes externos que se entrometen en la seguridad de la casa; ratones, perros y un grupo de asaltantes que tensará más el conflicto hasta llegar al momento final donde se materializa lo predicho; la muerte de la Julia y, obviamente, el peso de este acto que recaerá en nuestra protagonista. En este primer plano del análisis, podemos ver temáticas como la explotación y la esclavitud, elementos relacionados a un pasado marcado por diferencias económicas que determinan el presente de los personajes. Estela tiene que abandonar su proyecto de vida para que otros lo puedan lo cumplir, lo que tarde o temprano terminará convirtiéndose en resentimiento.

El daño - Alia Trabucco Zerán
Alia Trabucco Zerán
Alia Trabucco Zerán

Más allá de todo esto, el texto tiene un interesante tratamiento con la metaficción, específicamente con el juego con la cuarta pared que Estela hace hablándole directamente al lector para hacerlo sentir cómplice de esta trágica historia: «Lo que define a una tragedia, dijo la mujer, es que siempre sabemos el final. Desde el principio sabemos que Edipo ha matado a su padre, que ha tenido sexo con su madre y que se va a quedar ciego. Sin embargo, quién sabe por qué, seguimos leyendo. Seguimos viviendo como si no supiéramos cuál va a ser el final».

Este destino definido e inquebrantable se extrapola a nuestro plano de realidad, saliendo de la ficción, y pareciera ser que la propia narradora está enrostrándonos el problema y nuestra pasividad ante este. Estela está encerrada en la casa de sus patrones, relato que nos cuenta mientras está encerrada en una sala de interrogación y, al mismo tiempo, todo esto sucede en un libro de ficción que tiene sus propios márgenes. Hay dos capas ficcionales y una tercera a la que la narradora le habla y en la que nosotros como lectores estaríamos participando como actores pasivos ante un destino casi irremediable para ciertas personas que se ven forzadas a vivir esta opresión que termina por ser una especie de esclavitud.

El título de la obra tiene que ver con la performance que la familia de clase alta pretende mostrarle al mundo. Superficialidad que se contrapone con el verdadero vivir de este grupo; un marido infiel, una madre llena de inseguridades y una niña violenta. El nombre también tiene que ver con la palabra limpia expuesta como una orden, lo que nos expone a la familia burguesa como emisora de este mensaje y a Estela como la receptora. Tanto el destino de la narradora y de las clases bajas como mano de obra de las clases altas parecen ser inevitables en esta ficción y en el mundo en el que vivimos, hecho que la protagonista pareciera querer reprochárnoslo en nuestras caras, sumergiéndonos en un vértigo entre el terror que ella vive y la realidad que nosotros habitamos.

El vértigo en «Limpia», de Alia Trabucco Zerán

Hay dos capas ficcionales y una tercera a la que la narradora le habla y en la que nosotros como lectores estaríamos participando como actores pasivos ante un destino casi irremediable.

El vértigo en «Limpia», de Alia Trabucco Zerán