«Emigrantes», de Shaun Tan: el silencio y la empatía
25 mayo 2023 4:19 pmPor Diego Hidalgo
Periodista dedicado a la difusión cultural. Ha colaborado en distintos medios de comunicación, diarios y revistas digitales, cubriendo literatura, cine y música.
En Emigrantes, novela gráfica de Shaun Tan, no se esboza una sola palabra, ni se consigna una sola letra. Un libro silencioso que cuenta la historia de esos rostros perdidos que expresan dudas, temores y sonrisas tímidas, de aquellos que se adaptaron a otra cultura o que quizás instalaron la propia en un nuevo territorio, en un nuevo hogar.
El barrio donde vivo se ha repletado de rostros diversos. Rostros de distintas razas, con diferentes rasgos, tonalidades de piel y acentos. Algunos deambulan seguros; se han adaptado a otra cultura o quizás instalaron su cultura en este nuevo territorio, en este nuevo hogar. Pero también hay rostros perdidos, que expresan dudas, temores y sonrisas tímidas. Hay momentos en que el idioma dificulta las cosas y, por lo general, prevalece el silencio.
Siempre me he preguntado qué historias guarda ese silencio, qué hay más allá de esos rostros, qué circunstancias los hizo venir hasta aquí, tan lejos del lugar que los vio crecer. Es el mismo silencio el que cierra la puerta y no permite conocer sus testimonios, sus historias de vida. Tanto el silencio que ellos me entregan, como el silencio que yo les devuelvo.
Pero hay veces en que el silencio puede decir demasiado. Me contradigo, hay veces en que es el silencio el que se encarga de abrir la puerta. En la novela gráfica Emigrantes (Barbara Fiore, 2007) del australiano Shaun Tan, por ejemplo, no se esboza una sola palabra, ni se consigna una sola letra, un libro silencioso que, sin embargo, dialogó conmigo a tal punto que logró transportarme por un largo y difícil camino hasta la empatía. Un silencio que me transmitió emociones profundas, justificado por una narración sostenida en lo que me pareció una belleza de principio a fin, reafirmando esa idea que grita que en los libros para niños también hay literatura de peso pesado.
Emigrantes cuenta la historia de esos rostros perdidos que expresan dudas, temores y sonrisas tímidas. También es la historia de aquellos que se adaptaron a otra cultura o que quizás instalaron la propia en un nuevo territorio, en un nuevo hogar.
Sus páginas me plantearon viajes. Uno de ellos es el del protagonista: un padre que se despide de su familia, su esposa y su pequeña hija, para ir a probar suerte a un lugar lejano que, probablemente, ofrece mejores condiciones de vida, lejos del temor y la inseguridad. El otro fue mi propio viaje, donde recorrí minuciosamente con los ojos todos los detalles de esas ilustraciones grises, haciéndome sentir un perdido en tierras desconocidas.
El padre tras un largo recorrer llega a un lugar muy extraño para él, no entiende el idioma, ni las costumbres, aun así se las arregla, busca un trabajo y logra comunicarse, a veces sin palabras y a través del silencio. Conoce a otros como él, que también huyeron de circunstancias inhumanas, en búsqueda de alcanzar la sobrevivencia, la tranquilidad. Yo, deambulando entre las páginas silenciosas, ajusto mis pies en los calzados de la otredad, perdiéndome a ratos en los elementos surrealistas, futuristas y fantasiosos que propone el autor. El padre migrante busca dejar atrás esa sensación de estar perdido y sentirse de una vez por todas, junto a su familia, en un nuevo hogar propio. Yo, por mi parte, pude llegar a comprender que emigrar para vivir es un derecho.
Emigrantes cuenta la historia de esos rostros perdidos que expresan dudas, temores y sonrisas tímidas.