Mark Twain y Las aventuras de Tom Sawyer
01 diciembre 2017 5:06 pmPor Biblioteca Viva
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Mark Twain es considerado uno de los autores más importantes de la literatura norteamericana, responsable de un largo listado de clásicos y grandes éxitos. Diego Muñoz se detiene en aspectos de la biografía del autor, mientras nos reseña una de sus obras más importantes.
Los premios Nobel William Faulkner y Ernest Hemingway coinciden en que Mark Twain es el padre de la literatura norteamericana, el primer escritor norteamericano auténtico. Dueño de un estilo único, sin precedentes para la época, supo conjugar elementos coloquiales con un lenguaje realista y dinámico que reflejaba la realidad del Midwest de mediados del siglo XIX.
En la fecunda carrera literaria de Mark Twain, compuesta por más de 500 títulos, destaca el clásico imperecedero Las aventuras de Tom Sawyer, joya narrativa publicada en 1876 que transcurre en un pequeño pueblo situado a las orillas del Misisipi, al suroeste de los Estados Unidos. Es en este escenario donde conoceremos a Tom Sawyer, un huérfano de espíritu libre y travieso, capaz de extraer aventuras y sacar ventajas de las situaciones más cotidianas. Pero en estos episodios no estará solo, lo acompañará su mejor amigo Huckleberry Finn, un chico pobre y de mala reputación, inspirado en Tom Blankenship, un muchacho del pueblo natal de Twain al que admiraba mucho por su rebeldía, tanto así, que lo convirtió en uno de los pillos más populares de la literatura universal.
Y no solo Finn está inspirado en una amistad o en las experiencias del escritor, ya que en el prefacio de esta novela, que sirve de invitación a quien quiera entrar a este libro, Twain anticipa que la mayor parte de las aventuras narradas le ocurrieron a él y las otras, las tomó prestadas de relatos y supersticiones que escuchó en su niñez. Por lo que Sawyer tal como se le conoce – silvestre, astuto y patrañero- sería una especie de alter ego del escritor, mezclado con rasgos de tres muchachos que frecuentó en la escuela. De ahí que biógrafos y estudiosos de su vasto legado literario, coincidan en que fue su propia vida el lugar donde halló los materiales para constituir lo que sería una de sus más grandes obras. Recordemos que su infancia transcurrió en el río y los pantanos del estado de la Magnolia, precisamente en el pueblo de Hannibal (Misuri), que será el semillero imaginativo para crear San Petersburgo, escenario ficcional donde se suceden la mayor parte de las aventuras y fechorías de Tom y Huckleberry. Y como en este caso resultaría imposible separar el binomio creador-creaciones, también compartirá el destino que les impuso a ellos en sus libros, quedando huérfano a los 11 años cuando su padre muere aquejado de una pulmonía. Lo anterior, sumado con una alta vocación de aventura y las ganas de obtener fortuna fácil, lo llevará a desempeñarse desde muy joven en una gran cantidad de oficios –tipógrafo, periodista, piloto de barco fluvial, prospector de minas de plata, humorista, conferencista e inventor – que le permitieron describir con acierto a sus personajes y sus respectivas atmósferas.
Tal es el alcance y la vigencia de Las Aventuras de Tom Sawyer que a la fecha sigue siendo recogido por el mundo del cine, la música y el cómic. Piénsese en Jodie Foster interpretando a Becky Tatcher –eterno amor de Tom- en la adaptación cinematográfica que se realizó en la década del setenta, en la canción Tom Sawyer de Rush coreada a ritmo de himno en los conciertos de la famosa banda canadiense de rock progresivo, o el mise en abyme que se entrevé en las viñetas del crossover Deadpool mata a los clásicos, del historietista Cullen Bunn. También aquí cabe destacar la revisita en clave de novela gráfica realizada por el talentoso ilustrador Pablo Auladell para la editorial española Sexto piso.
Otro mérito de este libro, cosa que se vuelve un cliché en el análisis de otras obras, es su capacidad para hechizar a públicos de todas las edades: los lectores jóvenes disfrutarán y reirán con las travesuras de Tom Sawyer; mientras que el lector adulto, advertirá la mirada crítica del escritor, marcada por una época de profundos cambios sociales. Como es sabido, Twain, desde el púlpito de la fama, luchó por los derechos humanos, defendió la igualdad social, el sufragio universal y fue uno de los más férreos opositores de la guerra, el imperialismo y la esclavitud.
En sus últimos años de vida, producto del fracaso en su faceta de inventor, sumado con grandes pérdidas económicas, abrazará un hondo pesimismo que lo acompañará hasta el final de sus días. Su particular sentido del humor, que le sirvió para inventar historias y dictar conferencias por todo el mundo, será reemplazado por una visión ácida de la vida y un profundo desencanto por la humanidad que lo hará afirmar: “A mi edad cuando me presentan a alguien ya no me importa si es blanco, negro, católico, musulmán, judío, capitalista, comunista… me basta y me sobra con que sea un ser humano. Peor cosa no podría ser”.
El escritor -afectado por un infarto agudo al miocardio- fallecerá el 21 de abril de 1910, un día después que el cometa Halley fuese visto en su mayor intensidad. Meses antes de su muerte el escritor habría declarado «yo llegué con el cometa, en 1935. El año que viene volverá, y espero irme con él. De hecho, será el mayor desengaño de mi vida si no me marcho con el cometa Halley. Sin duda el Todopoderoso ha dicho: “Mira a este par de chiflados, llegaron juntos y juntos tienen que irse.”
Razones sobran para entrar a este clásico de la literatura que pareciera no envejecer, más aún cuando el mismo Twain ironizaba y definía un clásico como un libro que todo el mundo pone por las nubes pero que nadie lee.
"Twain, desde el púlpito de la fama, luchó por los derechos humanos, defendió la igualdad social, el sufragio universal y fue uno de los más férreos opositores de la guerra, el imperialismo y la esclavitud."