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Ismael Rivera Ismael Rivera

Por Ismael Rivera

Mediador de lectura, poeta, cantor y editor en Ediciones Oxímoron. Ha publicado los libros Rincones, Desbautízame y Tizne, y los discos de poesía musicalizada Desbautízame y La última cena de los buitres.

Reseñas

Nombrar el dolor: sobre «El daño», de Andrea Maturana

05 abril 2021 5:25 pm

Por Ismael Rivera

Mediador de lectura, poeta, cantor y editor en Ediciones Oxímoron. Ha publicado los libros Rincones, Desbautízame y Tizne, y los discos de poesía musicalizada Desbautízame y La última cena de los buitres.

Originalmente publicada por Alfaguara en 1997, El daño tuvo el elogio de sus pares y de la crítica en general, lo que la llevó a ser traducida al holandés y a ser publicada también en España. Sin embargo, a pesar de la positiva recepción del momento, hace años que era imposible de encontrar. Esto cambió el 2021 gracias al rescate de la editorial porteña Imbunche.

Imbunche Ediciones es una editorial de la Región de Valparaíso, fundada el año 2011 por Macarena Cortés y Gonzalo Pedraza. Parte importante de su labor editorial se ha visto reflejada en un catálogo que ha permitido reencontrarnos con obras que por vicisitudes propias del mercado editorial era imposible hallar. Así es como, gracias a su trabajo, hemos podido volver a encontrar libros de la pionera de la ciencia ficción chilena Elena Aldunate (1925-2005), con su colección infantil Ur, la novela Del cosmos las quieren vírgenes y el libro de cuentos Juana y la cibernética; y recientemente, la novela de Andrea Maturana (1969) El daño, de la cual vengo a hablarles en esta oportunidad.

Originalmente publicada por Alfaguara el año 1997, esta novela tuvo el elogio de sus pares y de la crítica en general, lo que la llevó a ser traducida al holandés dos años después y posteriormente a ser publicada en España. Sin embargo, a pesar de la positiva recepción del momento, hace años que era imposible de encontrar. Y no porque Maturana haya dejado de escribir. De hecho, la autora continuó con su segundo libro de cuentos el año 2006, No decir, premiado al año siguiente por el CNCA, y posteriormente se volcó a la escritura de numerosos libros infantiles. A pesar de lo anterior, El daño seguía vedada para lectoras y lectores. Esto cambió, celebremos, el 2021.

La historia comienza con dos amigas, Elisa y Gabriela, a un costado de la carretera en medio del desierto, esperando a que alguien las lleve a dedo. A partir de esta escena, iremos conociendo a ambas y lo que cada una guarda en su interior. Lo que cada una busca resolver de sí, sea olvidando o repitiéndolo hasta que esto desaparezca. Y es que como bien dice el título, esta es una novela de personajes dañados. Como escribe Maturana de gran manera en uno de los primeros capítulos, casi como un concentrado de lo que vendrá después: «Demasiadas veces se ha dicho que es necesario perder algo ―a veces basta creer que vamos a perderlo― para valorarlo. Pienso que todo parte incluso antes: en el dolor. Uno no toma conciencia de su dedo hasta que, por algún motivo, se lo hiere. Basta un pequeño corte, una ampolla, una quemadura, para tener conciencia en todo momento de que ese dedo está allí; para que el dedo comience a ser más importante que el resto de nuestro cuerpo. Para que nos vayamos convirtiendo en un cerebro que piensa en función de ese dedo, en un corazón que siente por ese dedo, en un cuerpo que se mueve a pesar de ese dedo. Basta que algo nos duela para que no podamos desprendernos de ello, a veces en el afán de recordar y revivir a cada momento ese dolor; a veces, por querer huir de aquello que no podemos dejar de sentir».

Andrea Maturana
Andrea Maturana - El daño
Andrea Maturana - El daño

A través de estas dos historias, y de las que se van desprendiendo de ellas, Maturana indaga de manera magistral (y no exagero en este adjetivo) en cómo el trauma puede alojarse en los recovecos de la memoria. Construye personajes profundamente humanos; con esto quiero decir complejos, de tal manera que uno logra verse reflejado en su humanidad. Son personajes llenos de matices, de contradicciones, con dolores que los conforman y los definen, pero que también mueven sus pasos por este viaje que emprenden. En pocas novelas chilenas he leído esa capacidad de dar vida a personajes tan entrañables, con los que el lector se encariñe a tal punto de hacer suyo lo que les pasa.

El desierto funciona como un escenario en el que, a pesar de la libertad del espacio, la sensación de claustrofobia está presente constantemente. Ni Elisa ni Gabriela pueden escapar de lo que padecen, se ven forzadas a hurgar en lo que cada una ha vivido y a hablar de ello, porque pareciera ser que la única forma de sobreponerse al dolor es verbalizarlo. Por horroroso que este sea. El silencio funciona así como un antagonista natural en esta novela. Los secretos, lo indecible, lo que se debe callar. Ambas buscan, a través de la palabra, exorcizar el daño. Gabriela, por un lado, muy capaz de racionalizarlo, pero cargándolo en su cuerpo. Elisa, por otro, incapaz de encontrar las palabras adecuadas, incapaz de nombrar, y por ende, de entender.

En El daño, Andrea Maturana logra romper con temas tabú como la violencia y el abuso sexual en contextos familiares, de una forma sensible y punzante por igual. Desenmascara la hipocresía de una sociedad chilena en exceso conservadora, la de los noventa, que prefería esconder estos temas bajo la alfombra porque «no hay que meterse en temas de familia». Pero, a pesar de ser una novela escrita en los noventa, sigue sorprendiendo en la actualidad, no solo por su escritura, sino también por la urgencia de su temática y por la forma en que la aborda. Una novela que no dejará a nadie indiferente, de esas que uno espera que acaben con un final feliz, aunque sabemos que la vida no es una película de Disney.

Nombrar el dolor: sobre «El daño», de Andrea Maturana

Andrea Maturana indaga de manera magistral en cómo el trauma puede alojarse en los recovecos de la memoria. Construye personajes profundamente humanos, complejos.

Nombrar el dolor: sobre «El daño», de Andrea Maturana