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Joaquín Saavedra Joaquín Saavedra

Por Joaquín Saavedra

Licenciado en Literatura y en Estética. Ha escrito reseñas y criticas literarias en medios digitales y es parte de Editorial Cuneta, colabora con el Cine Arte Alameda y participa de la banda musical Paracaidistas.

Reseñas

«Señales de nosotros», de Lina Meruane

02 octubre 2023 12:05 pm

Por Joaquín Saavedra

Licenciado en Literatura y en Estética. Ha escrito reseñas y criticas literarias en medios digitales y es parte de Editorial Cuneta, colabora con el Cine Arte Alameda y participa de la banda musical Paracaidistas.

Los recuerdos de infancia de una niña en un colegio situado en el barrio alto de Santiago son los pilares desde donde, años después, la misma mujer analiza y siente con dolor su pasado en relación al golpe militar de Augusto Pinochet y un fantasmagórico miedo y silencio que persisten hasta el día de hoy. De esto trata el nuevo libro de la escritora Lina Meruane, editado por Alquimia Ediciones.

La protagonista de esta historia, que pareciera ser la misma escritora, analiza sus vivencias infantiles junto a sus amigas que poco a poco ven cómo se desarma el imaginario idílico que su colegio y familia de clase alta intentan representar a través de valores de excelencia y el silencio intencionado con respecto a los duros conflictos que vivía el país en los años de dictadura. A través de un despertar ideológico, en medio de este espacio burgués derechamente ligado a los altos mandos políticos y militares, la joven se cuestiona los propósitos políticos, estéticos y performáticos a los que ella y los otros alumnos estaban condicionados:

La insistencia en el orden era una de aquellas señales. Debíamos someternos al rigor del colegio que replicaba la férrea disciplina que la Junta Militar nos impuso (…) Que nos dedicáramos a estudiar en vez de preguntar leseras, que para darnos un futuro era que se mataban trabajando.

Los estudios eran lo más importante y este ideal funcionaba como un pie para fomentar una estructura económica basada en los principios de la meritocracia, base del neoliberalismo implantado en esos tiempos por Estados Unidos en el mundo y principalmente en Latinoamérica. El lema del colegio, «sin dolor no hay ganancia», además de entenderse como metáfora de lo anteriormente expuesto, también refiere de alguna manera a la crueldad con que se estaba llevando a cabo este proceso de implantación económica y política antimarxista.

La obra, tanto por su trama como por las temáticas, se inscribe dentro del marco del género literario clasificado como Literatura de los hijos; es decir, aquellos relatos que abordan la memoria desde el punto de vista de los niños o niñas que vivieron la dictadura. Sin embargo, este libro tiene facultades propias que van más allá de ese molde que con el pasar de los años se ha convertido en un canon. Uno de estos aspectos es el hecho de ser un texto híbrido, entre una novela y un ensayo, que forma un paralelo entre el sentir de la protagonista en su niñez con la reflexión de su visión como persona adulta. A la larga, este hecho termina por quitarnos el melodrama y lo fácilmente conmovedor de una historia sobre infancias vulnerables que con una absoluta inocencia sufren de violencia directa.

© Andrea Comas
© Alquimia ediciones
© Alquimia ediciones

De alguna manera, la infancia en dictadura se complejiza al mostrar a los niños que indirectamente estuvieron influenciados a ser cómplices del siniestro operativo de poder que se estaba llevando a cabo y a recibir las secuelas de lo que esto conlleva.

El nombre del libro puede referir a las señales que las niñas no pudieron vislumbrar; como sus compañeros que dejaban de ir a clases, la desaparición de algunos apoderados y los agentes de la CNI custodiando al nieto de Pinochet en el colegio. Sin embargo, este título también puede referir a cómo ese miedo y ese silencio se implantaron inconscientemente en la propia identidad, germinando en secuelas y señales que permanecerán para siempre. El hecho de que los personajes no sean llamados por sus nombres, sino que solo por sus iniciales, tiene algo de la autocensura que la narradora ficcional pone en juego: «El no saber nada, el no querer saber, vestía al país como escudo y como el privilegio de haber sabido pero haber preferido no saber». A fin de cuentas, la dictadura, en un sentido físico, estético y emocional, terminó siendo una fuerza tan avasalladora que se introdujo entrañablemente en los recuerdos y el inconsciente de las personas, haciéndolas de alguna forma cómplices y partícipes de este gran poder represivo, aunque no lo quisieran.

El traspaso de influencias ideológicas y el mecanismo para perpetuar el silencio provocó una especie de autocensura para las protagonistas, junto a heridas y la culpa que les quedará para siempre. Sin embargo, dentro de esta neblina, también nació una llama de resistencia. La narradora termina comentando que quiere escribir sobre este país, lo que termina por ser un ejercicio de liberación ya que tanto escribir, como hablar y analizar, son actos de rebeldía y compromiso político en contraposición a las ideas coercitivas que tanto la dictadura como ciertos grupos políticos intentan propagar en la sociedad la sociedad civil con tal de que todo permanezca bajo su poderío.

«Señales de nosotros», de Lina Meruane

¿Será cierto que éramos completamente incapaces de leer esas señales, que no preguntábamos ni entendíamos nada, que aceptábamos todo, que éramos inocentes? (…) ¿No será que escudarnos en la infancia nos hace cómplices?

«Señales de nosotros», de Lina Meruane